“LA PULSION, UNA PARTICULARIDAD DEL SER HUMANO. Cap V.- La pulsión NO ama al objeto, es el Yo el que ama"

Cuando el Yo aleja lo que le produce displacer y separa lo que percibe como hostil, se instala la fase del narcisismo primario y alcanza su desarrollo la segunda antítesis del amor: el ODIO. En este contexto, se podría pensar que la "atracción", que sería la tendencia motora vinculada al placer, que incorpora estímulos al Yo, va ligada al concepto "lo amamos". La "repulsión", vinculada al displacer y que produce la fuga ante el mundo exterior, va ligada al concepto "lo odiamos", que tendría relación con la agresión y destrucción del objeto. 

Sin embargo, elenguaje presenta ciertas significaciones y registros necesarios de aclarar. 

Si bien desde este esquema la pulsión "amaría" al objeto de satifacción, Freud se pregunta si una pulsión puede odiar a un objeto, en tanto se trata de una 
repulsa inicial, primitiva, hacia el mundo exterior, de los estímulos que le provocan displacer. 


Las pulsiones de conservación se relacionan con las NECESIDADES y con agradar, gustar, interesar. El amor, en cambio, es la relación de placer que establece el Yo con los objetos y que está fijada a lo estrictamente sexual. Desde este punto de vista, la pulsión NO ama al objeto, es el Yo el que ama. Esta aseveración implica que el trabajo del amor se inicia solo cuando se ha establecido la síntesis de las pulsiones parciales, bajo la primacía de los genitales y al servicio de la reproducción.

En sus inicios, el amor tendría que ver con la capacidad del Yo de satisfacer las pulsiones auto eróticamente, a través del placer de órgano. A medida que estas pulsiones sexuales atraviesan su complicado desarrollo, van apareciendo momentos preliminares del amor con fines sexuales provisorios. Primero, vinculados a la oralidad, caracterizado por la ambivalencia incorporación - devoración, en la que se pone en juego la existencia separada del objeto. En un segundo momento, sádico-anal, se encontraría la dicotomía dominio-destrucción, en el que estaría en juego la aspiración al objeto. A medida que la tendencia motora Yo-objeto se va enlazando con actividades de pulsiones sexuales posteriores y va realizando síntesis con éstas, se empieza a conformar la totalidad de la tendencia sexual. 

Solo cuando se establece la organización genital, se constituye el amor en antítesis del odio. En este sentido, esta polaridad no tiene que ver con una relación pulsión-objeto, sino más bien con el lazo que establece el Yo total con los objetos. 

El odio sería más antiguo que el amor, en la relación con los Objetos. No estaría relacionado con el placer y las funciones sexuales, sino que con el displacer. Se vincula a las pulsiones de conservación y cuando se encuentran en conflicto con las pulsiones sexuales, surge la ambivalencia "amor-odio".

Esta ambivalencia es hacia el mismo objeto. En el momento en que se rompe la relación amorosa, surge el odio en lugar del amor y, como éste ya tiene un carácter erótico, asegura la continuidad de la relación.

En base a lo anterior, se puede concluir que el odio y el amor no son efecto de una disociación de un mismo todo original, si no que tiene distintos orígenes y desarrollo. Al no  encontrarse en el mismo registro, hace más compleja su constitución, su comprensión y, también, la del ser humano.

                                                              FIN

Viene de: “LA PULSION, UNA PARTICULARIDAD DEL SER HUMANO
                 Cap IV.- Tres Antítesis del Amor"

Continúa en: "CONCLUSIONES. Un retorno al origen"







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