"LA DOLOROSA AVENTURA INFANTIL. Cap III.- Edipo, entre la moral y el crimen"

Otra forma de visualizar el recorrido libidinal es a partir de la relación entre las tendencias parciales y los objetos.

En un principio la pulsión sexual está enlazada a zonas erógenas del cuerpo y a un objeto que mantiene con energía, relacionado con un deseo de dominio, de ver o de saber. Posteriormente tiene dos fines: uno, reemplazar el objeto que forma parte del cuerpo por otro ajeno y exterior; dos, unificar los distintos objetos y reemplazarlos por uno solo y único.


Un ejemplo de este proceso es el que se relaciona con el placer bucal, en el cual se reemplazaría el seno materno por la madre, como primer objeto de amor. De esta manera, se reprimen las exigencias corporales y sexuales, que son base de la pulsión, y empiezan a ocupar el primer plano las tendencias psíquicas del deseo sexual. En este momento la represión juega un papel fundamental, en tanto su función es que parte de los fines sexuales queden sustraídos de la conciencia.    


Una manera de entender este proceso es a partir de la leyenda griega del Rey Edipo, a quien el destino lo condena a matar a su padre y desposar a su madre. El hace todo por escapar a la predicción del oráculo, pero no lo consigue, ya que termina cometiendo los dos crímenes, sin saberlo. Como consecuencia, se castiga, arrancándose los ojos.  


Freud plantea que "Edipo" es una obra inmoral, en tanto suprime la responsabilidad de la persona y atribuye a potencias divinas la iniciativa del crimen. De esta manera, demuestra que las tendencias morales no tienen poder para resistir a las tendencias criminales. Dice que el punto débil de la tragedia es que la suprema moral exige obedecer a la voluntad de los dioses aunque éstos ordenen el crimen.

¿Por qué la tragedia de Sófocles no provoca indignación en las personas y el Psicoanálisis, que habla de lo mismo, si?

Cuando alguien lee esta obra no reacciona frente a la moral, sino más bien frente al oculto sentido de la leyenda. Es como si encontrara a Edipo en sí mismo, como si reconociera representaciones simbólicas de la voluntad de los dioses y el oráculo, en su propio inconsciente, como si en algún punto recordara, con horror, haber experimentado el deseo de alejar al padre y desposar a la madre. Incluso la persona que ha logrado reprimir estas tendencias y no las reconoce en sí misma, experimenta esta responsabilidad como un sentimiento de culpa cuya causa ignora. “Cada Neurótico ha sido por sí mismo una especie de Edipo”, dice Freud.

En el desarrollo de lo humano se puede observar que el niño quiere tener a su madre para sí mismo, incluso se molesta cuando el padre le hace muestras de cariño a ella, está feliz cuando él se ausenta y le promete a la madre casarse con ella. A veces los padres ceden a esta atracción, prefiriendo a las hijas y las madres a los hijos. Cuando nacen los hermanos se siente como una amenaza, existiendo deseos de que desaparezcan y se mueran los "intrusos". Estos abandonos pueden modificar el carácter e incluso ser el punto de partida para disminuir el cariño hacia la madre, ir cambiando de lugar y trasladar ese amor hacia otras personas.

Estas relaciones de hostilidad y rivalidad desempeñarán un papel importante en la vida posterior. El lugar que el hijo o hija ocupa en su familia constituye un factor relevante para la conformación de su vida ulterior y una circunstancia a tener en cuenta en toda su biografía. 







  


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