"COMPULSION A REPETIR, UNA MANERA ESPECIAL DE RECORDAR. II.- ¿Qué es un acto en Psicoanálisis?"

Un acto en psicoanálisis, es un empuje a repetir algo no tramitado o no resuelto del pasado infantil y de las experiencias emocionales reprimidas. Su particularidad es que estos acontecimientos no se recuerdan y el acto reemplaza la posibilidad de hacerlo: se actúa para no recordar. 

En ocasiones, el acto cumple la función de aliviar asuntos del pasado infantil, revivir experiencias tempranas no verbales o escenas traumáticas crueles y dolorosas, que han implicado agresividad, descalificaciones, tensiones y dificultades. Hay momentos en que evoca trozos de vida tan complejos para el paciente, que pueden producir una agravación de los síntomas durante la cura. El acto se realiza sin conocimiento de lo que lo motiva, sin consciencia de su propósito, el drama y el deseo que hay en él se impone fuera de consciencia. Cuando sucede se produce una situación difícil para el tratamiento, ya que puede llegar a destruirlo.

Freud manifiesta que la repetición en análisis, está estrechamente ligada a la transferencia: “De las reacciones de repetición que surgen en la transferencia, parten los caminos para la evocación de recuerdos que surgen sin esfuerzo aparente una vez vencidas las resistencias”

Cuando la transferencia es positiva, permite penetrar en los recuerdos y esto puede tener efectos en la disminución de los síntomas, pero si se vuelve hostil e intensa, el recuerdo puede quedar sustituido por el acto repetitivo. Lo relevante es que este acto se realiza hacia la figura del analista o hacia los aspectos del encuadre analítico. En estos casos, si se logra hacer un buen manejo de la transferencia, resulta posible elaborar la compulsión a repetir y convertirla en motivo para recordar, produciendo el surgimiento de pulsiones patógenas ocultas en la vida anímica del paciente y trabajando con éstas. Si el paciente "colabora y respeta las condiciones del tratamiento", dice Freud, se logra dar una nueva significación a lo síntomas. 

La trasferencia crea una zona intermedia entre la enfermedad y la vida.

En 1914, en “Recuerdo, repetición y elaboración”, Freud lo expresa de la siguiente manera: 
“Por ejemplo: el analizado no cuenta que recuerda haberse mostrado rebelde a la autoridad de sus padres, sino que se conduce de esta forma con respecto al médico. 
No recuerda que su investigación sexual infantil fracasó, dejándole perplejo, sino que produce una serie de sueños complicados y ocurrencias confusas, y se lamenta de que nada le sale bien y de que su destino le conduce a no conseguir jamás llevar a buen término una empresa. 
No recuerda haberse avergonzado intensamente de ciertas actividades sexuales y haber temido que los demás lo descubriesen, sino que se avergüenza del tratamiento a que ahora se encuentra sometido y procura mantenerlo en secreto”.

En estas situaciones, el analista debe contar con ciertas habilidades profesionales que le permitan trabajar con la transferencia. Cuando el paciente manifiesta algunos sentimientos, enojos, molestias hacia el analista, el profesional debiera "hacerse a un lado" para evitar quedar entrampado en una relación simétrica, de "yo a yo", con el paciente. Una manera de salir de aquel lugar es preguntándole, por ejemplo, si lo que le acontece le sucede también en otras situaciones o con otras personas. Si el paciente logra recordar alguna otra ocasión similar, podrá realizar una cadena de asociaciones que le permitirán abrir un nuevo espacio psíquico y vislumbrar que se trata de un estilo de relación que establece con los demás y que repite en la mayoría de sus vínculos. En otras ocasiones se puede explicar directamente lo que está sucediendo. 

Existen diversas maneras para enfrentar estos momentos cruciales del análisis. Si bien muchas veces resulta difícil para el analista vérselas con el acto de repetición de un paciente, es necesario considerar que se trata de una importante herramienta terapéutica, que permite abrir nuevas asociaciones, escuchar lo inconsciente y lo que el paciente no puede decir en palabras. Por esto, requiere de trabajo analítico y no debe dejarse de lado como una simple resistencia.
Si bien la enfermedad no termina con el inicio de un análisis, el hecho de comenzar un tratamiento implica una modificación de la conciencia del paciente frente a ésta, ya que hasta el momento no había estimado su importancia. Aún cuando seguirán existiendo resistencias en relación a los orígenes de su padecer, el paciente lo empieza a considerar como un “adversario digno”, dice Freud, como parte de su ser, fundado en motivos importantes que le brindará valiosas enseñanzas para el futuro". 

“¿Que tengo que ver en lo que me sucede?”, es una pregunta que empieza a instalarse al iniciar un psicoanálisis.


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