"CONCLUSIONES. Un retorno al origen"
Presentación realizada en SEMINARIO: "Los Cuatro Conceptos Fundamentales de Lacan, en Freud". Año 2012
Si bien el nombre de este seminario tiene relación con los conceptos fundamentales del Psicoanálisis, un tema que marcó su recorrido fue el de la pulsión. Empezamos por el Inconsciente, seguimos con la repetición y posteriormente, con el tema de la sexualidad y la insistencia de Freud por otorgarle un lugar especial a su estudio, en tanto se trataría de un aspecto constitutivo de la vida psíquica.
Al inicio del seminario se trabajó el concepto de Inconsciente que propuso Freud en 1915, en el cual planteaba la idea sobre las formaciones y transformaciones de la pulsión, coartada por la represión y obligada a realizar rodeos para lograr su fin: la satisfacción. Una de las dificultades con las que se encuentra el aparato psíquico, es que esta satisfacción nunca será completa, lo que tendrá como efecto una imposibilidad estructural que definirá la particularidad de la especie humana y que tendrá ciertos costos y consecuencias, que irán determinando la complejidad de cada persona.
En este mismo esquema sobre el Inconsciente, Freud da cuenta de cómo se va conformando una "muralla defensiva", a partir de la cual se van configurando las estructuras y sus síntomas. Este complejidad psíquica sería parte de la constitución subjetiva del ser humano y llevaría a la hipótesis de que lo percibido como "amenazante" por la persona, se encontraría también en sí misma. Esta idea se va haciendo más evidente en la clínica y en los mecanismos de olvido, acto y repetición, que se utilizan como defensas por parte del paciente para evitar hablar de sí mismo y que implicaría un importante trabajo por parte del analista para lograr realizar este proceso.
Desde esta base constitutiva se entiende que alguna de las preguntas recurrentes del psicoanálisis sea "¿De qué se defiende el sujeto?" "¿Qué es lo que no quiere saber?"
A partir de la tragedia de Edipo, Freud intenta investigar cómo se instala la moral y la ley en el ser humano, llegando a concluir que “la suprema moral exige obediencia a la voluntad de los Dioses aun cuando ellos ordenen el crimen”. Si esta aseveración se vincula al funcionamiento del inconsciente y, en particular, de la pulsión, se puede visualizar la existencia de un mandato que estaría más allá de la consciencia y obedecería a una lógica propia, que en el caso de Edipo conllevaría un crimen. Es decir, a pesar de todos los desplazamientos, mecanismos de la represión y esfuerzos que pueda realizar el aparato psíquico, existe una fuerza que pulsa, que va más allá de las leyes culturales y que busca su satisfacción, sin importar las consecuencias.
Freud plantea que la ley no sería innata en el ser humano y que la cultura debe realizar grandes esfuerzos para que funcione. En este sentido, resulta interesante los recorridos que hace la pulsión sexual en su relación con los objetos: en un primer momento estaría vinculada al propio cuerpo y al de la madre, para luego ir hacia lo exterior y lo ajeno, al no-yo. Posteriormente, se realizaría la unificación de los distintos objetos en uno solo que prevalecería frente a los demás. En la pubertad se reeditaría con fuerza la elección de objeto inicial, el sujeto tendría que realizar un trabajo de separación de los padres, vincularse a un objeto real no incestuoso y reconciliarse o emanciparse de la tiranía paterna.
Todo este proceso nos lleva a pensar que el crecimiento es una aventura difícil ¿Qué sucede si no se realizan estos movimientos? ¿Qué sucede si el sujeto se queda fijado al objeto-cuerpo originario? ¿Cual es la función del Otro para que este tránsito sea realizado? ¿Qué hay de la transmisión cultural en este proceso?
Son muchas las preguntas que surgieron a partir de estos primeros encuentros con el psicoanálisis, no necesariamente cronológicos, sino de un retorno al origen, a una revisión de conceptos básicos, que fueron pensados hace más de un siglo, pero que han marcado un cambio radical en la manera de concebir la estructura humana.
Desde esta perspectiva, vale la pena considerar nuevamente la cita a Freud realizada al inicio de este Seminario: "(....)Pero todavía espera a la megalomanía humana una tercera y más grave mortificación, cuando la investigación psicológica moderna consiga su propósito de demostrar al yo que ni siquiera es dueño y señor en su propia casa, sino que se halla reducido a contentarse con escasas y fragmentarias informaciones sobre lo que sucede fuera de su conciencia en su vida psíquica."
Al inicio del seminario se trabajó el concepto de Inconsciente que propuso Freud en 1915, en el cual planteaba la idea sobre las formaciones y transformaciones de la pulsión, coartada por la represión y obligada a realizar rodeos para lograr su fin: la satisfacción. Una de las dificultades con las que se encuentra el aparato psíquico, es que esta satisfacción nunca será completa, lo que tendrá como efecto una imposibilidad estructural que definirá la particularidad de la especie humana y que tendrá ciertos costos y consecuencias, que irán determinando la complejidad de cada persona.
Desde esta base constitutiva se entiende que alguna de las preguntas recurrentes del psicoanálisis sea "¿De qué se defiende el sujeto?" "¿Qué es lo que no quiere saber?"
A partir de la tragedia de Edipo, Freud intenta investigar cómo se instala la moral y la ley en el ser humano, llegando a concluir que “la suprema moral exige obediencia a la voluntad de los Dioses aun cuando ellos ordenen el crimen”. Si esta aseveración se vincula al funcionamiento del inconsciente y, en particular, de la pulsión, se puede visualizar la existencia de un mandato que estaría más allá de la consciencia y obedecería a una lógica propia, que en el caso de Edipo conllevaría un crimen. Es decir, a pesar de todos los desplazamientos, mecanismos de la represión y esfuerzos que pueda realizar el aparato psíquico, existe una fuerza que pulsa, que va más allá de las leyes culturales y que busca su satisfacción, sin importar las consecuencias.
Freud plantea que la ley no sería innata en el ser humano y que la cultura debe realizar grandes esfuerzos para que funcione. En este sentido, resulta interesante los recorridos que hace la pulsión sexual en su relación con los objetos: en un primer momento estaría vinculada al propio cuerpo y al de la madre, para luego ir hacia lo exterior y lo ajeno, al no-yo. Posteriormente, se realizaría la unificación de los distintos objetos en uno solo que prevalecería frente a los demás. En la pubertad se reeditaría con fuerza la elección de objeto inicial, el sujeto tendría que realizar un trabajo de separación de los padres, vincularse a un objeto real no incestuoso y reconciliarse o emanciparse de la tiranía paterna.
Todo este proceso nos lleva a pensar que el crecimiento es una aventura difícil ¿Qué sucede si no se realizan estos movimientos? ¿Qué sucede si el sujeto se queda fijado al objeto-cuerpo originario? ¿Cual es la función del Otro para que este tránsito sea realizado? ¿Qué hay de la transmisión cultural en este proceso?
Son muchas las preguntas que surgieron a partir de estos primeros encuentros con el psicoanálisis, no necesariamente cronológicos, sino de un retorno al origen, a una revisión de conceptos básicos, que fueron pensados hace más de un siglo, pero que han marcado un cambio radical en la manera de concebir la estructura humana.
Desde esta perspectiva, vale la pena considerar nuevamente la cita a Freud realizada al inicio de este Seminario: "(....)Pero todavía espera a la megalomanía humana una tercera y más grave mortificación, cuando la investigación psicológica moderna consiga su propósito de demostrar al yo que ni siquiera es dueño y señor en su propia casa, sino que se halla reducido a contentarse con escasas y fragmentarias informaciones sobre lo que sucede fuera de su conciencia en su vida psíquica."
Este y otros conceptos son los que han entregado un marco estructural para pensar lo que está sucediendo en un mundo totalmente distinto al que vivió Freud, pero que en muchos aspectos da cuenta de temáticas que él previó y que aún entregan ciertas líneas para pensar sobre el sujeto contemporáneo, sus formas de relación con el otro, con el cuerpo, consigo mismo y, también, para reflexionar sobre las nuevas patologías y enfermedades físicas, psíquicas y sociales del mundo actual.
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