El Concepto de LIMITE como posibilidad de Estructuración Subjetiva y Social: "COMENTARIOS Y PROPUESTAS"


VIENE DE: "EL COMPLEJO DE EDIPO Y LA METAFORA PATERNA"

Freud, en su texto “El Malestar en la Cultura” se pregunta por la búsqueda de felicidad en el ser humano. Menciona que lo que impulsa a conseguirla es el principio del placer del individuo. Sin embargo, también menciona que la cultura es una lucha de la especie humana por la vida, en tanto está al servicio de Eros, quien condensaría a los individuos, las familias y las naciones. Lo paradógico es que esta situación se lograría justamente al limitar, al instalar barreras al principio de placer para interrumpir su satisfacción y, así, el individuo se vería coartado por la realidad impuesta culturalmente. 


El costo de esta unión sería postergar la felicidad. 
En este sentido, lo que Freud plantea se relaciona con el conflicto entre principio de placer y principio de realidad.


cultura

¿Será que vida y felicidad son opuestos?

La cultura instala barreras al principio del placer con el fin de coartar al individuo en virtud de un bien común, de manera de impedir que cada sujeto esté al servicio de sus pulsiones y de su propia satisfacción. Esto significa que para lograr la construcción cultural es necesaria una pérdida de la individualidad.

¿Qué hay de vida en todo esto? ¿Dónde queda el individuo?

El problema que surge, desde el punto de vista cultural, es que, aún cuando se instalen todas las barreras necesarias, estas nunca serán suficientes para postergar completamente la agresividad y sexualidad del individuo. Siempre algún monto pulsional se escapa a esta limitación. No es solo al instalar las barreras al principio del placer que el problema se resuelve, el tema tiene que ver con lo que se hace con ese monto de energía, con esa pulsión.

Cuando se le imponen límites a la pulsión, (en este caso al principio de placer para lograr la felicidad), ésta debe iniciar un trayecto que le permita ir encontrar objetos de satisfacción, que se van desplazando e intercambiando.

ligazon

En decir, para que la pulsión se vaya ligando a otros objetos y a otros miembros de la cultura, es necesaria una pérdida en individuo. Sin embargo, esta pérdida produce insatisfacción y es justamente a partir de esta insatisfacción que la integración no puede ser completa.

Para pertenecer a una cultura, y producirla, es necesaria una pérdida de la individualidad. Para mantener la individualidad, es necesario que algo se resista a la absoluta integración.

El profesor Roberto Aceituno menciona:[11]

“El sujeto se constituye en virtud de una relación conflictiva a la cultura. La neurosis supone un proceso de integración que toma una forma paradógica, ya que debiera existir una negación a una integración completa”.

Es desde esta PARADOJA que se produce la vida: El individuo logra ligarse a otros y producir algo en común. El costo de esta ligazón es la insatisfacción de su propia postergación. Sin embargo, es justamente esta insatisfacción la que le permite movilizarse, desplazarse, construir y hacer nuevos aportes culturales.


Otra dificultad que menciona Freud para referirse al conflicto individuo-cultura es el conflicto Familia–Comunidad Social. Para desarrollar esta problemática, se retomará la frase del texto de Freud, mencionada anteriormente: “La familia no siempre está dispuesta a renunciar a “su” individuo. Mientras más íntimos son los vínculos entre los miembros, más difícil es el ingreso a lo social.” Esto significa que el núcleo familiar aveces se convierte en un gran impedimento para que el sujeto se integre a la sociedad.

Freud manifiesta, en este mismo texto[12], que las mujeres tienen bastante responsabilidad en permitir, o no, el acceso a lo social, ya que son las representantes de los intereses familiares y sexuales que, de alguna manera, se oponen a la corriente cultural.

Jacques Lacan retoma este tema al establecer la relación indiferenciada primordial del niño con su madre. Existiría un primer tiempo en el cual, supuestamente, el niño completaría y le daría placer a su madre, así como ésta a él. Esta situación se mantiene hasta que surge una pulsión real del niño que lo sexualiza y lo separa, por instantes, de ella. Permitir esta separación, la distancia que produce y la posibilidad de diferenciarse es, en gran parte, responsabilidad de la madre y de su propia vinculación con la cultura. Es responsabilidad de ella permitir que el niño no quede ubicado en el lugar de falo que la completa y le da satisfacción.

Esta situación se observa usualmente en la clínica, tanto de pacientes hombres como mujeres. Madres solteras, sacrificadas y “abandonadas” por el marido, que ubican a su hijo o hija en un lugar en el cual quedan “atrapados” por una deuda interminable. Estos hijos pagan eternamente a la madre que les dio la vida y que sacrificó SU vida por ellos. Se establece un estado de satisfacción mutua, de “soy todo para ti”, en el cual se constituye una relación de desexualización, en la que ninguno de los dos participantes puede mirar a un tercero. En ocasiones esto sucede en historias trasgeneracionales, en las cuales estas madres también se ubican como falo de sus propias madres. De esta manera, se van generando familias endogámicas.

Esta situación dificulta el acceso a lo social. La “lealtad eterna” al primer objeto de satisfacción impide realizar el ejercicio de sustitución objetal y la operación de pérdida, necesarios para la integración cultural, ya que no hay límite que la realice. De esta forma, se produciría el estado de completa y eterna satisfacción, de la posibilidad de felicidad tan buscada por el principio del placer.

endogamia

¿Porqué coartarla, entonces?

Para que esta situación se eternice es necesario que el hijo quede ubicado también, eternamente, en un lugar de objeto de satisfacción. El costo de esta situación es quedar como un objeto al servicio del deseo del Otro.


Jacques Lacan plantea que al quedar ubicado en este lugar, se podrían establecer las estructuras perversas y psicóticas[13]. Sin embargo, a partir de lo observado en la clínica, esto se detecta también en estructuras neuróticas. Se podría, entonces, pensar que en toda estructura psíquica existiría algún lugar en el que se mantiene la ligadura al primer objeto de satisfacción y que sería esto lo que dificultaría la movilidad del sujeto.

Aún cuando la castración simbólica, instalada por la función paterna, permite entender la estructuración de la neurosis, también es posible considerarla como un elemento importante dentro de la propia estructura neurótica. Si bien esta operación permitiría la constitución subjetiva, en cada sujeto operaría en forma distinta y, al parecer, nunca sería completa. Es decir, siempre algo del objeto se escaparía a la simbolización.

Cuando Lacan instala, desde el lenguaje, al padre como metáfora establece un salto epistemológico importante, ya que va más allá de la realidad del padre y madre concretos de la situación edípica. Se podría plantear que la relación indiferenciada primordial no siempre se establece como lo plantea la teoría. De hecho, muchas veces, al nacer un hijo o hija, puede existir un evento conflictivo, de angustia y rechazo, opuesto a lo paradisíaco de esta relación. Aún así, se observa que en toda estructura neurótica existe algún lugar en el que se juega la ligadura al objeto primordial, aún cuando ésta no se relacione con la historia concreta establecida con la madre real. Incluso este lugar psíquico podría estar sostenido justamente en lo que la madre no le entregó.

Establecer lugares psíquicos permite entender las diversas posibilidades que puede encontrar una estructura neurótica para conformarse, a la vez que permite hacer abstracciones respecto a la historia particular de cada sujeto. 
En este sentido, se podría plantear que en toda estructura neurótica se juega la relación entre el espacio de indiferenciación con el objeto y las distintas posibilides de límites a esa fusión. 
Las particularidades del objeto y las características de cada límite dependerán de la historia de cada sujeto y de sus posibilidades de tramitación.


La posibilidad de ubicar lugares psíquicos o “funciones” (función paterna, función materna), permite liberar a la teoría de sí misma y de sus posibles aplicaciones, ya que, en este sentido, la misma teoría psicoanalítica se des-liga de sus conceptos primordiales y se moviliza. De esta manera, logra abstraerse y relativizarse en relación a los objetos a los cuales se aplica. Por ejemplo, al escuchar que un paciente no logró resolver su situación edípica, se puede esquematizar lo clásico de la relación incestuosa con la madre y la rivalidad con el padre. El problema es que esta interpretación está tan ligada a los primeros objetos de la teoría de Freud, e incluso a la tragedia griega clásica, que si esto se le dice a un paciente, será tomado como una “adecuada explicación”. 

En cambio, si se entiende la conflictiva edípica como la relación que establece el sujeto a la ley, al límite, al objeto, y a sus posibilidades de movilización, esto entrega mayores posibilidades de escuchar la diversidad de contenidos y de significantes que giran alrededor de lo mismo. En este caso, el tema del límite y de la relación al objeto pueden estar vinculados a distintas temáticas, pero la estructura es la misma. Esto da alivio y permite a la teoría psicoanalítica respirar.

Esta estructura permitiría, también, entender algunas problemáticas relacionadas con el espacio social e institucional.

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