Como se mencionó anteriormente, la pulsión reprimida aspira a su total satisfacción, a la repetición de un suceso primario y los contenidos del inconsciente que las representan son indestructibles. En un principio la descarga por parte del organismo se realiza de acuerdo al acto reflejo, accediendo a la consciencia conforme al placer y displacer, respondiendo al aumento y disminución de la excitación.  La representación-cosa se constituye como restos perceptivos directos. Los estímulos del exterior son captados por el sistema de percepciones (P), a través de los órganos de los sentidos y su inscripción se realiza en un sistema diferente, que está ubicado detrás del polo de percepción. La inscripción del acontecimiento será lo que se llama huella mnémica   y su  imagen tiene directa relación con la cosa. La representación-cosa deriva de esta imagen mnémica y se va conformando a partir de una catexis de huellas mnémicas: l a huella mnémica es la inscripción del acontecimiento y l

Se parte de los supuestos de que la pulsión aspira a su total satisfacción y que sus representantes son indestructibles. Por otro lado, que los sistema pre-consciente y consciente instalarían los sistemas de pensamiento propios del proceso secundario.  Habría que preguntarse,  ¿Cómo se articulan ambos sistemas?  ¿Puede la represión ser del todo efectiva? Si se parte del primer supuesto, se puede pensar que cualquier recorrido que haga la pulsión para lograr su realización  será insuficiente, por lo que se encontrará en una  permanente  tensión. Por otro lado,  la  representación-palabra  nunca será idéntica a la  representación-cosa, lo que implica que  en cada una de sus transformaciones quedará siempre algo de energia no ligada, dispuesta a la descarga. De esta manera, el inconsciente siempre buscará f ormas de manifestarse  y lo hará a través de formaciones sustitutivas y reactivas, sublimaciones y otras, como el  humor, los actos fallidos, lapsus, sueños y olvidos. En