"EL TIEMPO DE LAS COSAS"

 Texto escrito por Psicóloga Clínica, Ximena Arrau Herud

Que temazo este del tiempo. Del cronológico y del que va más allá del reloj. Tiempos subjetivos, inconscientes, sin horarios ni calendarios, que se articulan en en la escritura, el acto psicoanalítico y en momentos de constitución subjetiva, requiriendo cierta estructura para su acontecimiento. 

Lo cronológico-formal es un marco, una especie de "disciplina", que requiere ser instalada "sea como sea" para que "eso" se eche a andar y tenga efectos. Es un tiempo/espacio que se establece con un@ mism@ en el acto de escribir;  entre dos, en el tratamiento psicoanalítico;  con otros, al constituir algo en lo subjetivo y social.

Primer tiempo. Enfrentarse a la "página en blanco", donde se escribe o dice lo que va apareciendo, sin pensarlo mucho: asociación libre, en psicoanálisis, "lluvia de ideas", en un grupo. Palabras azarosas, a veces absurdas, lateras, poco ocurrentes, en un espacio que no siempre se hace corto o bien, puede no alcanzar. 

Segundo tiempo. Se toma el desorden, a veces extraño: "¿Qué hago con lo que escribí, si son puras voladuras?", "¿Por qué estoy hablando de esto?" y se instala la intención de articular un tejido con sentido. En un paciente, palabras, equívocos, formas de relación, temáticas que repiten. En un grupo, ideas en común, in-coherencias, visiones. En un niño, el enlace entre lo desordenado, confuso, amorfo y el ritmo que se va marcando con el decir y los actos del Otro: los brazos, el alimento, las horas de sueño, el habla. Momentos en que se va "dando cuerpo" al desparramo, lo incoherente y la in-detenida subjetividad, marcas imprescindibles para que la vida no se transforme en un cúmulo de hojas escritas o ideas sueltas. 

Así como la asociación libre es incierta, el momento de "dar cuerpo" también lo es. Nadie sabe cuanto va a tomar un texto en hacerse palabra y decir "ya está listo". Tampoco el tiempo de una sesión, en que algo del decir del paciente sorprende, hace "clic", se anuda, constituyendo el momento de concluirla. 

Es como que algo del decir y de la escritura anduviera solo y la función de quien escribe, del psicoanalista, o de quien atiende a un bebé, fuera la de instalar el espacio para echarlo a andar, dando lugar al desparramo y al orden. Escuchar el tiempo que tienen las cosas, la inquietud de la demora, el encuentro con no-saber, el devenir de aquello que se alojará en algún lugar donde podrá explayarse, hacerse, construirse, aparecer.

Tercer tiempo. La relación con otro, el encuentro y sus dificultades; el lazo social. Publicación de un texto, en la escritura; instalación de la transferencia en análisis; el "ajá" del niño o niña, son formas de crear, enlazar, vincularse, hacer mundo. De construir fragmentos que van tejiendo interpretaciones frente a los enigmas de la vida; relatos que dejan abiertas las brechas de lo ya escrito y lo que queda por escribirse; imprevistos de lo innombrable. Palabras incompletas en que algo se anuda para luego seguir en el tiempo de las cosas que van enlazando al mundo y a la existencia. 

Tiempos lógicos y cronológicos van constituyendo un existir que se pone en juego a cada instante. 

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